Con la paz empieza una vida nueva. Sobre todo para mí, que tengo recién cumplidos seis años y ya empiezo a ser protagonista y sujeto de lo que voy viendo y aprendiendo. Todavía quedarían unos meses hasta el primer "cole". En septiembre de 1939, en las Salesianas, un aula para niños todos en edades comprendidas entre los seis y los diez años. Una monja salesiana era la maestra. Sor Nieves. Todavía permanece en mi memoria su imagen dulce y sonriente. Y un recuerdo impresionante. La narración que hizo un día otro chaval, Juanito Vindel, de como un tranvía había atropellado y destrozado bajo sus ruedas a un niño enfrente de la Colonia Bellas Vistas, donde él vivía. Y es que la vida empezaba a normalizarse. Había sido eliminado aquel parapeto que a la altura del número 19, la tienda de ultramarinos de Diego, cortaba perpendicularmente a la calle. En la Pescadería de Paco el pescadero, aparecían peces y mi madre, cuando pasábamos por delante me los enseñaba y me decía cual era la especie de cada cual. estas son sardinas, esa es una merluza, aquellos son gallos ¿gallos? sí así se llaman y aunque se parecen a estos otros no son iguales. estos son lenguados. El negocio de la tienda empezaba poco a poco a normalizarse. Muy poco a poco, porque no había todavía géneros-o artículos- que vender. Pero mi padre estaba bien relacionado con los almacenes mayoristas y no tardaría mucho en ir rellenando las estanterías. Y la gran novedad fue el traslado al piso una vez recuperada la legítima posesión. Hubo que rehacer, limpiar y pintar pero finalmente quedó listo y allí se instaló de nuevo toda la familia. Los domingos ibamos a Misa. Primero a los Salesianos que enseguida rehicieron la Iglesia que había servido de centro de reclutamiento y de almacén. La Parroquia había quedado seriamente dañada y tardaría más tiempo en quedar habilitada para su función. Los domingos y festivos salíamos de paseo. recuerdo una visita al Cuartel de la Montaña y a la Moncloa, a la calle Ferraz, ametrallada toda ella, al Paseo de Rosales y-cómo no- a la Telefónica y a ver a la Cibeles que enseguida quedó al descubierto después de que se la quitaran de encima unos sacos terreros que la protegieron durante la contienda. A mí todo lo que veía me deslumbraba. Además mi padre era un excelente guía que disfrutaba dándome cuenta y razón de cuanto veíamos.
Sin embargo algo turbaba la paz. Y era el comienzo de la guerra en Europa. Hitler contra todos. Y todas las personas con las que se reunían o encontraban mis padres eran conscientes de la ayuda recibida de Alemania para que vencieran los "nuestros" en la guerra, por eso ahora todos eramos "fans" de los alemanes. Recuerdo de una casa que frecuentábamos donde había una especie de altar con las fotografías de Franco, José Antonio, Hitler y el Papa Pío XII.
Las primeras fiestas de Navidad y Año Nuevo transcurrieron también de forma diferente. Nos reunimos con la familia Rodrigo en la tienda de ultramarinos que tenían y allí con el gramófono y los cuatro discos que se tenían se pasaron las veladas con gran alegría. Y el día de Reyes, como garantía de que cuanto nos habían contado era verdad apareció un gran paquete colgado de un balcón que contenía los juguetes que en aquél momento habían podido adquirir mis padres con la ilusión que se puede suponer