sábado, 19 de diciembre de 2020

Aquel Colegio fue el embrión de los que luego serían  Colegios "Nemesianos" y que adquirirían renombre en Madrid. El fundador de la Congregación de la Doctrina Cristiana había sido el Beato Jean Roberto de la Mennais.
. No sé en quien se inspirarían mis padres para ir a encontrar Colegio tan lejos de casa. Estaba situado en la Avenida de la Reina Victoria en su encuentro con lo que hoy es Avenida de Pablo Iglesias. Yo tenía que bajar por Jerónima Llorente seguir por Federico Rubio y cruzar luego Reina Victoria. En total algo más de un kilómetro. También podría tomar el tranvía delante de casa hasta la Glorieta de Cuatro Caminos y bajar luego por la Avenida. Había una tercera opción que era en la glorieta tomar otro tranvía que llegaba hasta el final y apearme hacia la mitad de la Avenida . Pero no recuerdo que eligiese muchas veces estas combinaciones y así prácticamente todos los días del curso caminaba tanto a la ida como al regreso del colegio, cuatro veces al día, de lunes a sábado excepto las tardes de los jueves que no había Colegio.  El  Colegio era muy modesto. Estaba en el sótano de un edificio de seis pisos pero que gracias al desnivel de la calle daba a un patio que le proporcionaba anchura y luz. Tenía solo dos aulas y me colocaron en la clase más avanzada. El Hermano Florencio era el profesor que dirigía la clase. era una persona joven, pequeño con un hábito negro ligeramente mofletudo siempre sonriente detrás de unas gafas de cristales redondos. Recuerdo verle siempre sonriendo y si alguna vez se enfadaba lo hacía sin gritar y mucho menos sin amenazar ni  pegar golpes o capones.
 Eramos unos quince chicos en clase.  Nos daban  unos cuadernos en los que todos los días teníamos que escribir en clase con pluma y con la tinta que había en cada pupitre  las redacciones o dictados, análisis gramaticales, problemas, dibujos de mapas, etc.. Al final de cada día el cuaderno era recogido por el Hermano Florencio que lo devolvía al día siguiente con las notas obtenidas el día anterior listo para seguir escribiendo en él. Las notas díarias daban lugar a una nota media del mes y las de todos los meses a una nota de fin de curso. ese procedimiento hacía que la clase fuera muy competitiva. Siempre estuve entre los primeros y el curso que finalizó en junio de 1944 obtuve el número 1.He conservado el cuaderno finalizado el 12 de junio de 1944, y al repasarlo ahora he encontrado indicios de que la enseñanza que recibimos era muy buena y superior a la que la edad, once años, podía ser exigible.
Recurdo con cariño los compañeros buenos amigos que hice en aquel Colegio: En primer término dos chicos del barrio, Juanito Vilaplana que vivía en una tintorería que había al final de la Colonia Bellas Vistas y Luis Cubero vecino de "Pepe" alquiler de bicicletas en el comienzo de la Dehesa de la Villa. La amistad con Cubero duró bastantes años y llegamos a encontrarnos en los dos veranos del Campamento de la Milicia en los años 1950 y 1951. Juanita desapareció cuando la industria de tintorería fue cerrada y la familia se trasladó a Alcoy de donde procedían. Otros chicos que recuerdo fueron los hermanos López, Enrique y José Antonio, Arrieta, que vivía en la calle de los Vascos, Abad un extraordinario dibujante de aviones de combate y ajedrecista y extraordinario  rival mío en cuanto a las notas de la clase y otros a los que ahora pongo cara pero no recuerdo sus nombres.
Recuerdo muy bien de aquella época las escapadas al campo del Atlético de Madrid, donde presenciábamos los entrenamiento de sus figuras de entonces: Juncosa, Ben Barek, Alfonso Aparicio, Carsson y otros. Y también unos partidillos de futbol en la calla Federico Rubio limitado el campo por la tapia que cierra el Hospital de la Cruz Roja. En ese Colegio un Día Don Florencio después de una charla preparatoria nos llevó a la Parroquia de los Ángeles, la Parroquia en la que fui Bautizado, a que recibiéramos el Sacramento de la Confirmación que nos fue administrado por el que era Obispo Auxiliar de Madrid-Alcalá Don Casimiro Morcillo.
En aquel Colegio estuvo dos cursos seguidos en los que fui muy feliz. Estudiaba aprendía, me relacionaba bien con otros chicos y seguía aprendiendo de mi padre todo lo de la tienda y ayudándole en is ratos libres.
Ahora se planteaba qué hacer cuando era el momento de decidir sobre mi futuro y los estudios que tendría que hacer.


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