viernes, 27 de julio de 2012

UN AÑO ESPERANDO EL FINAL :1937

En esta casa vivió mi familia desde 1932 hasta que fue derribada en los 90 para ampliar el paso a la calle a la que hacia esquina. El cuarto piso y cinco huecos, dos balcones y dos ventanas que se ven con claridad, más otra ventana que da a la calle lateral. Desde aquellos pisos se divisaban entonces con nitidez edificios de la Ciudad Universitaria y el patio del Colegio de los Salesianos.

La tienda estaba a la derecha y en el momento de la fotografía había ya desaparecido el tranvía que circulaba por la acera de la izquierda de la foto.
El parapeto que se construyó en el mes de octubre de 1936 dividía a la calle de manera perpendicular de forma que la casa quedaba detrás de él en el fondo y la tienda en el lado de acá. La acera de la derecha está orientada al norte y la de la casa al oeste.

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En el artículo anterior la familia ya estaba acomodada (?) en la tienda, la calle estaba partida por un parapeto  y por la cueva de la tienda se accedía al refugio que se había construído bajo los edificios comunicándolos entre si.  De repente mi padre aparece convocado para ser alistado porque su reemplazo ha sido llamado a filas. La conmoción y el disgusto de mis padres debió de exceder de cuanto se pueda imaginar. Empiezan las cábalas y las ideas para tratar de eludir ese trance. Y según tengo sabido aparece un médico, de ideas afines, que le recomienda un "tratamiento" para tratar de eludir en el reconocimiento médico que fuera soldado. Y así la noche anterior a ese reconocimiento ha de tragarse un hueso de aceituna envuelto en una mechita de algodón y empapado todo ello en aceite. Parece que eso, una vez que alegara úlcera de estómago, y diera lugar a una radiografía, aparecería en esta una sombra que haría que, al menos,  el médico dudara sobre el estado de salud del  recluta. Después de los esfuerzos para encontrar y comprar la aceituna el primer día de la cita alegó lo de la úlcera y siete días más tarde fue citado para reconocimiento y radiografía. Con la expectación consiguiente se esperó el fallo de esta primera intentona....Pasado el plazo, hubo alivio, no completo, pero al menos esperanzador. El fallo médico consistía en esperar hasta una segunda convocatoria....Mi padre era una persona menuda, enjuto, más bien flaco que delgado lo que cuadraba con la alegación que de acuerdo con aquél médico que se llamaba Don Adrián habían preparado. Mientras tanto tenía derecho a un "chusco" de pan como parte de la ración alimenticia de un convocado a filas.


domingo, 22 de julio de 2012

COMIENZA LA GUERRA CIVIL...

La familia se "refugia" en la tienda en los primeros días del mes de diciembre del año 36. La vivienda es lóbrega y fría. La tienda está orientada al norte y prácticamente solo recibe al sol en los meses del verano. La tienda tiene el espacio de despacho con acceso a la cueva que habrá dar mucho juego durante la contienda., una trastienda y a partir de ahí se accede por la izquierda a la puerta que comunica todo el conjunto con el portal de la finca y a un pequeño retrete. De frente viniendo de la trastienda, y siguiendo el pasillo, a la izquierda la cocina  y continuando, al final a la izquierda, una habitación que hará de dormitorio.  Tanto la cocina como la habitación del final tienen ventanas que dan a un patio interior de la finca. También el retrete posee un ventanuco al mismo patio. Este patio, que se convertirá en el espacio para el recreo de los pequeños es sumamente frío porque, puede afirmarse, que nunca han llegado los rayos del sol a su suelo. Tiene una tina, cuba de agua, que jamás debió de ser renovada, porque el agua está cubierta por una capa de grasa y suciedad de varios centímetros de espesor. Al final del patio, a la derecha y como continuación del dormitorio de la vivienda de la tienda vive un matrimonio de ancianos que son los porteros de la finca,  el Sr. Pepe y la Sra. Bernarda. Así que la familia está instalada en la tienda y allí va a permanecer tres años, en tanto que su vivienda en el piso que tuvo que abandonar ha sido ocupada por algunos que no han tenido miedo a la situación ni respeto al contrato de alquiler que ellos no habían suscrito y se supone que tampoco pagaban.
El negocio de la tienda languidece. Los artículos vendidos en los meses anteriores no han podido ser repuestos en su totalidad porque los almacenes mayoristas también sufren la escasez. Y llegará un momento en que el polvo se adueña de los espacios de las vitrinas y del escaparate. La preocupación empieza a fijarse en la alimentación. Se empieza a carecer de lo más elemental. También se nota que se está muy cerca del frente. Pasan compañías de soldados por delante de la tienda con material de guerra. Un día la aviación deja  su señal en el edificio de enfrente. Mis padres estudian la posibilidad de trasladarse con todo a la tienda y vivienda de mis abuelos paternos que está situada más hacia el centro. Pero eso sería perder todo lo recorrido hasta entonces y no están por la labor. Deciden permanecer allí y...que sea lo que Dios quiera. Esto último dicho para adentro. La autoridad correspondiente ha hecho un plan de defensa que consiste en abrir en el subsuelo de varios edificios entre ellos el que nos cobija una galería subterránea para protegerse en caso de bombardeos. La cueva de la tienda está conectada a esa galería y mis padres son advertidos de que cuando suene la señal de alarma han de abrir la puerta y dejar que los vecinos bajen a la cueva y penetren en el refugio. La palabra "Refugio" aparece pintada en la fachada de la tienda con un flecha que indica la dirección para acceder al mismo. Así se entra en el año 1937.

NUEVA TIENDA Y NUEVA CASA

El traslado del negocio representa un escalón hacia arriba de toda la familia. El establecimiento esta situado en una calle ancha y luminosa. Está en Francos Rodriguez, en el número 21 justo enfrente tiene la parada una línea de tranvías que enlaza la Glorieta de los Cuatro Caminos con este barrio que está un poco más allá del extrarradio. Por la calle de Francos Rodriguez se llega quinientos metros más a la Dehesa de la Villa, un bonito Parque natural limitado por la carreta de La Coruña.
 A pesar de que la tienda tiene vivienda, la familia alquila un piso en casi enfrente de ella, en el 38 de la misma calle.  Con la familia instalada el resultado del trabajo de mis padres en la tienda empieza a hacer realidad  la ilusión con que se decidió el traslado.
 La tienda está dedicada a los artículos de mercería, perfumería del hogar, algo de bisutería, alpargatas y confección barata. Mi padre ha aplicado a la selección todo lo que aprendió en su etapa de corredor de plaza, cuando pudo observar lo que las tiendas le demandaban y los niveles normales de precios. Parece que la vida sonríe a la pareja: una parejita, una vivienda muy digna y un negocio independiente que ha renacido y tiene buenos comienzos.
Pero.... la situación política tiene el ambiente de la calle muy tenso.  El barrio es de extracción social media-baja y la existencia de dos Colegios religiosos en la zona, sobre todo el de monjas muy cercano a la casa, son pretexto para que menudeen las manifestaciones de anticlericalismo y de abierta hostilidad a la religión de los grupos que recorren la calle. Se suceden las amenazas y las agresiones. Mis padres se estremecen con alguno de los episodios que presencian. Ellos, católicos, no tienen filiación política y tan solo son "gente de orden" . No les gustan las manifestantes que ocupan la calle con gritos, insultos y obscenidades, con miradas acusadoras de no se sabe qué, insultando a los que no gritan como ellos y que elevan los puños cerrados de forma amenazante.
Así llegamos al dieciocho de julio de 1936. Mi hermana tiene siete años y yo 3. Desde esa fecha todo tiende a ir mal. La casa tiene cuatro huecos a la calle y como está en un cuarto piso es un formidable punto de observación. Desde allí se ve parte del espacio del Colegio de los Salesianos desde donde ven escenas escalofriantes. Durante los primeros meses de la contienda la situación se vuelve cada vez más peligrosa. Se construye un parapeto perpendicular en la calle que cierra el paso a los vehículos obligándoles a parase para ser identificados y registrados. Por esa razón el servicio del tranvía ha sido suspendido. El muro divide la calle pero también los intereses de la familia. Más allá, hacia el frente, ha quedado la tienda. Más acá, hacia el centro de Madrid, pero siempre a escasos metros una de otra, el piso de la vivienda. Las autoridades advierten que por la noche no aparezca luz alguna en las ventanas y balcones del piso dado que están situadas enfrente de la Ciudad Universitaria, que ahora es línea del frente en el que unos y otros combaten. Así que por la noche se cubren los huecos con mantas, tapetes o lo que se puede para evitar que la luz se vea desde fuera. Enterados de esta circunstancia parientes de mi madre, se presentan en casa un día del mes de noviembre de 1936  con varios prismáticos porque han oído que la bandera roja y gualda ondea en algún punto de la Ciudad Universitaria y desean comprobar si desde mi casa se ve. Efectivamente la  bandera ondea. A cambio de esa oportunidad de la que han gozado le dan a mi padre una información ultrasecreta. Dicen saber las series y valores de los billetes en circulación que van a ser validados cuando termine la guerra, por supuesto con la victoria del ejército sublevado.. Mi padre no tiene dinero pero, por si acaso,encuentra y guarda convenientemente cuatrocientas pesetas que reúnen las series y valores que le han dado. Finalmente, como la situación en el piso se hace cada día más peligrosa, la familia decide abandonar aquella vivienda y refugiarse en las habitaciones de la tienda. Comienza un nuevo episodio.